domingo, 15 de marzo de 2015

Doyle, el magnífico

Una de mis mejores lecturas de 2014 fue "El mapa del caos" de Félix J. Palma. Esta novela cierra la estupenda Trilogía Victoriana del autor, que comienza con "El mapa del tiempo" y continúa con "El mapa del cielo", y que han convertido a Palma en uno de mis escritores favoritos.
"El mapa del caos" cuenta con el escritor H. G. Wells como protagonista, al igual que las dos novelas anteriores, enfrentándose a un verdadero caos de universos paralelos y personajes que se mueven de unos a otros con terribles intenciones. Un enredo magistral, una tela de araña repleta de hilos que, por difícil que parezca cuando uno está a la mitad de la lectura de la novela, quedan primorosamente rematados al final. "El mapa del Caos" es una lectura más que recomendada para todos aquellos amantes de las aventuras, de las de siempre aunque con toques fantásticos.
Para mi completo gozo, este último volumen de la trilogía cuenta con un personaje secundario excepcional, el escritor Arthur Conan Doyle, "padre" del detective por excelencia, el gran Sherlock Holmes. Sus novelas, al igual que las de Palma, son otra de mis debilidades, y reflejar su personalidad apasionada y caballeresca, un acierto del escritor malagueño. Arthur Conan Doyle era escocés y oftalmólogo, un tipo grande y deportista al que apasionaban las ciencias ocultas. Su inteligencia y finísimo sentido del humor pueden apreciarse en cualquiera de las historias de Sherlock Holmes que salieron de su pluma. Pero, además, a Sir Arthur le interesaban sobremanera las injusticias, y procuró enmendar todas las que encontró en su camino.

De una de ellas voy a hablar en esta entrada, en concreto de la que protagonizó George Edalji, un abogado de Great Wryley, en Sttafordshire.
Si hoy en día Scotland Yard sigue recibiendo cartas dirigidas a Sherlock Holmes con la intención de que encuentre joyas familiares, atrape a delincuentes peligrosos o repare injusticias legales, podemos suponer que a finales del siglo XIX, siendo Holmes un personaje querido y respetado en toda Gran Bretaña, la cosa era mucho peor. Arthur Conan Doyle recibía cientos de cartas de ciudadanos preocupados, tantas que apenas podía leer mas que unas cuantas. Quizás por eso, la injusticia de George Edalji llegó a su conocimiento mucho después de que fuera cometida. George Edalji era el hijo de un clérigo de Great Wryley al que su comunidad no apreciaba demasiado por haber sido Parsi antes que cristiano. Tal vez por eso, el joven George y su familia se habituaron a recibir amenazas e insultos anónimos por parte de algunos parroquianos descontentos. A partir de 1892, las amenazas de un acosador recibidas por carta comienzan a alternarse con otras notas ofensivas recibidas por la policía, el periódico y algunos vecinos, y supuestamente firmadas por el vicario. En algunas de esas cartas, el supuesto vicario se confiesa autor de la muerte de varios animales de granja en la zona, lo que hace que el jefe de policía del condado comience a investigar y no tarde en convencerse de que es el joven George Edalji el que está tras las cartas y muertes de ganado.  Seis policías son destinados a vigilar por turnos al hijo del vicario.
La matanza de ganado continúa con la aparición del cadáver de un caballo en el pueblo, y nuevas notas inculpan a la familia del clérigo Edalji, que sufre un registro en su propia casa. Los agentes afirman encontrar barro en los zapatos de George, así como pelo de caballo y sangre en su ropa. De nada sirve que intente demostrar su inocencia recordándole al juez que la noche en la que se cometieron los crímenes había agentes vigilando las puertas y ventanas de su casa; acaba siendo declarado culpable y condenado a seis años de prisión. La injusticia de su caso se convierte en noticia en toda la comarca, llegando a reunirse hasta diez mil firmas que piden su liberación inmediata. Los periódicos locales recogen los pormenores e irregularidades de su caso la y, a los tres años de condena, Edalji es liberado sin la menor explicación o disculpa.
Cuando Arthur Conan Doyle lee el artículo que el joven publica en el periódico The Umpire y del cual envía un recorte a su dirección, todo su ser se rebela ante la injusticia. Aunque no puede devolverle los tres años perdidos en presión, inicia una campaña para que se revise su caso, escribiendo a todo aquel que estuviera implicado y revisando cada una de las pruebas.
Así, descubre que el barro de los zapatos de Edalji no coincide con el tipo de suelo en el que se mutiló a los animales, que el pelo de caballo había sido adherido a la ropa de George con posterioridad y que la cuchilla de afeitar del acusado, la supuesta arma del crimen, no tenía una sola mancha de sangre o melladura al ser analizada por los forenses. Además,en su entrevista con George Edalji, comprueba estupefacto que el hombre tiene un importante grado de miopía, por lo que resultaba muy difícil imaginarle como delincuente nocturno.
Arthur publica sus investigaciones en el Daily Telegraph en 1907. Toda la nación conoce el drama de Edalji, pero el gobierno se niega a indemnizarle. Indignado, Arthur emprende una nueva investigación con el fin de encontrar al verdadero culpable...y lo logra. A través del papel de las cartas amenazantes, da con la escuela de la que había sido expulsado un joven violento que, con el tiempo se convirtió en carnicero. Las evidencias no son suficientes, sin embargo, para la comisión que estudia el caso cerrado de Edalji a petición de Conan Doyle. Aunque le exculpan de la muerte del animal, se niegan a admitir que no fuera él quien escribió las notas amenazantes y rehusan investigar al carnicero, principal sospechoso de Doyle.
El caso no acabó como él hubiese querido, pero las aptitudes investigadoras del medico, escritor, deportista y espiritista Arthur Conan Doyle habrían agradado incluso al detective mas famoso de todos los tiempos.

Fuentes: British Heritage, www.felixjpalma.com